Mucha gente desconoce o tiene un concepto erróneo en cuanto a las funciones de un diseñador de interiores. Generalmente asociamos los servicios ofrecidos por esta figura con personas adineradas y con un nivel económico elevado, pero en realidad, el diseño (al menos como yo la entiendo) también debe ser capaz de adaptarse a las diferentes bolsillos y presupuestos.
Otra idea errónea preconcebida torno a esta figura es pensar que sus funciones son meramente las de elegir las lámparas, colocar los muebles en el lugar adecuado, elegir los cojines y las cortinas… pero -aunque también puede aconsejar en todos estos aspectos – su aportación va mucho más allá.
El trabajo del interiorista es la de aprovechar al máximo las posibilidades del espacio y buscar las mejores soluciones para resolver las necesidades del usuario.
Entendemos los espacios como un todo, todo está conectado y nuestro trabajo es modificar, redistribuir y organizar estos espacios para que todas y cada una de las partes formen un conjunto armónico y coherente que aporte valor, no sólo estético sino también arquitectónico y funcional.
Es necesario que el interiorista tenga conocimientos básicos sobre arquitectura, pues diseñando un espacio interior (derribando paredes, modificando instalaciones…) incide directamente sobre la estructura arquitectónica de la vivienda. También es importante tener presente la psicología ambiental ya que ésta puede influir y afectar la percepción de los espacios y generar sensaciones y experiencias.
Es por eso que aspectos como la luz, las formas, las líneas, los volúmenes, las texturas, los colores, las dimensiones y las proporciones son fundamentales para proyectar y llevar a cabo un proyecto de diseño interior.
Podríamos definir, pues, que el trabajo que hace un interiorista es la de analizar, investigar y estudiar previamente los espacios para poder intervenir, aplicando sus conocimientos, y transformarlo, teniendo en cuenta (dependiendo del tipo de proyecto) aspectos históricos, arquitectónicos, estéticos, funcionales, ambientales, ecológicos, económicos, ergonómicos, lumínicos, de utilidad, accesibilidad, sensoriales, … todo con el objetivo de mejorar la calidad de vida de sus usuarios o generar sensaciones y experiencias concretas.